




Fui un hombre, lo recuerdo en esta cabeza con cuernos...
Ahora soy poderoso, musculoso, negro y de enormes astas.
Soy el toro más grande y fuerte de la finca.
Aquí se vive muy bien.
Los demás toros saben que aquí mando yo.
Las vacas son todas mías.
Pero sé que soy toro de lidia.
Condenado a morir después de torturado.
Sé que se acerca el día de mi muerte.
Conozco a los humanos, yo lo fuí y lo recuerdo...
LLegó mi día, me metieron en un camión.
De ahí a un cubículo pequeño.
Esperaba salir, y mi encierro duró dos días.
Sabía que iba a morir.
Pero lo bueno es que sabía cómo.
Recordaba corridas de toros de mi vida anterior.
No iba a caer en las trampas del torero.
Me anunciaron como Baco y mi peso era de 602kg.
Sin duda el toro más grande de la tarde.
Oía a la gente gritar.
Sabía que mi hora llegaba.
No había manera de escapar.
Y como buen luchador...
Decidí morir matando.
Me sacan de un cubículo,y me meten en otro.
Los gritos son más fuertes.
Tengo una puerta delante y sé que se abrirá.
Oigo trompetas, la puerta se abre.
Ahora soy todo furia¡¡¡
Salgo corriendo con la venganza en la cabeza.
Veo delante al torero arrodillado.
Huelo su miedo.
Sostiene su capote.
Pretende engañarme con un trozo de tela.
Pero yo no miro al capote.
Yo miro al torero.
Él ya ha matado más de quinientos toros.
Pero no sabe con quien trata hoy.
Corro cada vez con más rabia.
El torero cada vez parece más grande.
Pero para él yo soy cada vez mayor.
Su cara se desencaja y lo embisto.
Con toda la furia acumulada.
Lo empitono en el abdomen.
Él vuela y mientras sus tripas también.
La plaza grita, yo espero su caida.
Antes de que toque el suelo, lo vuelvo a levantar
Esta vez pinchando en el muslo derecho.
Da tres volteretas en el aire.
Cae al suelo...
Y salen a la plaza cinco subalternos.
Revuelco a cuatro sin hacer daño.
Al torero se lo llevan a la enfermería.
Me dejan en paz unos diez minutos.
Diez más, y la plaza grita más y más...
Anuncian la muerte del torero.
La plaza clama venganza.
De repente ya pasada media hora.
Sale al ruedo un figurín.
Demasiado joven, pienso.
Lleva un capote y yo le dejo lucirse.
Embisto al capote una vez y otra...
Por fin se retira.
Suenan trompetas.
Sale un caballo con un señor gordo encima.
Lleva una lanza, y recuerdo, es un picador.
Lo miro y está asustado.
Pero no se imagina cuan asustado debería estar.
El caballo lleva una armadura.
Yo no quiero herir al caballo.
Corro hacia ellos, embisto....
Caballo y picador van al suelo.
Embisto al picador, pero no quiero matarlo.
Sólo quiero que se acuerde de mi.
Lo revuelco por el suelo.
Sólo lo suficiente para que me recuerde siempre.
No han logrado picarme.
No han logrado quitarme sangre y fuerza.
Pasan minutos interminables...
Aparece otro picador, esta vez no hay piedad.
Amago un embite pero le doy la vuelta.
Ya del otro lado bajo la cabeza corriendo.
La levanto y caballo y picador se levantan del suelo.
Caen, y las tripas del caballo mojan la arena de sangre.
El picador sale corriendo pero ya no hay tiempo.
Y lo empitono en el culo antes justo de llegar al burladero.
Se llevan al señor a la enfermería con un desgarro anal.
Vuelven a pasar lentos los minutos.
La plaza grita cada vez más.
El último torero se niega a salir.
En su lugar sale otro, con entusiasmo, crecido...
Hoy puede ser mi gran tarde, piensa... iluso.
Se atreve a torear un toro de 600kg. sin picar.
Merece mis respetos, mis pitones están sin afeitar.
El lo sabe.
Me dejo torear, el muchacho se luce.
La plaza lo vitorea.
Yo esperando el indulto y una vida de semental.
Pero el inconsciente saca el estoque.
Pretende matarme, a mi....
OK, tu en tu sitio, yo en el mío...
Tu me citas y yo voy.
Pero amigo distingo la tela de tu cuerpo.
Otra vez la misma tarde alguien vuela.
Y no dejo que caiga para volverlo a lanzar.
Vuelve a caer y a volar.
Así por cinco veces.
Paré...
Su sangre teñía la plaza.
Me aparté para que lo recogieran.
Y toda la plaza gritaba.
Entendí que no habia indulto posible.
Pasó otra media hora.
Nadie salía a la plaza.
Dispuse la venganza final...
Tomé carrerilla.
Corrí desde un exremo al otro de la plaza.
Y dí el mayor salto de mi vida.
Pasé sin tocar el burladero, y...
Aterricé en mitad del público de la primera fila.
Una vez allí empecé a embestir a todo lo que se movía.
Los gritos ahora eran ensordecedores.
Muere matando, me decía.
No sé a cuanta gente alcancé.
Ni la gravedad de las heridas.
Pero todo el que disfrute viendo una corrida.
Se merece una muerte lenta y dolorosa.
No pasó ni un minuto y medio.
Aparecieron seis guardias civiles.
Apártense¡¡¡ Gritaban...
Comenzaron a disparar...
Agotaron los cargadores.
Ya eran más de cuarenta tiros.
Pero tenían más.
Recargaron....
Y esta vez con más precisión...
Otros tantos tiros sonaron.
Yo no los notaba entrar.
Pero sabía que me estaban dando.
Empecé a sentirme débil.
Me rendí...
Me recosté.
Pasaron minutos de silencio.
Ví acercarse a mi cara a un guardia.
Me apuntó a la cabeza...
No, todavía no...
Me levanté y lo empitoné en el costillar.
Dos minutos de silencio leve...
Habían llegado otros coches de la Benemérita.
Más de trescientos tiros acabaron con mi vida.
Ahora espero mi proxima reencarnación.
En el limbo de los no tan justos.
Sólo espero no ser un humano...
